Una vez a un pequeño duende le regalaron una piedra. Era una piedra hermosa más grande que el y pesada. Se la regalaron y le enseñaron como transportarla. Al principio le costaba y no sabía para que le iba a servir aquella piedra preciosa. Y con los días, a pasos lentos , caminaba quejándose y quejándose de su piedra y de su carga que le habían dado. El caminó durante años con esa piedra. Con el paso del tiempo su cuerpo se acostumbró a llevar ese peso. Y ya la llevaba como si del peso de.su cuerpo se tratase, con facilidad. Las otras criaturas le.preguntaban porque llevaba esa piedra y el siempre respondía lo mismo, es preciosa! Un día tenía que cruzar un lago. Pero l abarca no soportaba el peso de los dos. Al otro lado del lago le esperaban cosas maravillosas, riquezas, un hogar y muuuuucha abundancia y diversión. Pero el no quería adejar allí su piedra. Estuvo 3 días pensando y decidió llevarse la piedra con el, intentar cruzar el lago con su piedra. Y a mitad de camino la barca se hundió llevando la.barca y la.piedra a las profundidades. El duende no sabía nadar y también se hundió.
A veces nos acostumbramos a llevar cargas que nos han sido dadas y no queremos soltarlas, no sabemos porque ni para que las llevamos. Por muy bonita que sea tu piedra, te está lastrando en el viaje y te impide ir más allá y ni si quiera sabes porque llevas esa carga contigo, simplemente un día alguien la puso ahí , en tí y estás tan aferrada a ella que te has acostumbrado y no la soltarias por nada del mundo, no si quiera, por una vida mejor para tí. El duende murió con la carga a un paso de su felicidad. Una carga que ni si quiera era suya. Haz lo posible para adoptar tu piedra por muy bonita que sea, si te lastra, tan solo es una carga que te está impidiendo alcanzar tu felicidad.
Samuel
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